"Mientras
subía la escalera de la avioneta que habría de devolverla al continente, Mamen
echó un último vistazo a la isla para retener en su memoria todos los colores
y todas las luces de aquel paraíso. Regresaba muy bronceada y su vestido playero
blanco relucía como un vestido de novia. La maleta de charol rojo pesaba menos porque iba más
vacía. Las suelas de sus chanclas, inmaculadas a su llegada, ahora estaban
gastadas. Pero volvía con el corazón lleno. Se sonrió. A modo de despedida había dejado el foulard verde atado al pomo de su puerta. Él entendería.
Jamás
podría olvidar a Ignasi… ni falta que hacía porque pronto volverían a reunirse.
Viva la vida pensó Mamen."
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