dimarts, 23 de setembre del 2014

Con todos los sentidos, pero sobretodo con el olfato


Hubo un tiempo, hace unos añitos, que andaba yo locamente enamorada de un chico moreno de ojos grandes. Había olido su perfume sobre su piel cada día de todo los años que habíamos pasamos juntos, así que cuando ya no lo estábamos, porque habíamos roto, me bastaba oler su aroma -que por cierto se parecía mucho a un ambientador que por aquella época se utilizaba en algunas tiendas de ropa y accesorios para hombre- para sentir un pinchacito en el corazón y acordarme de él, y de cómo era yo con él, con mucha nostalgia.

Y es que según Bernd H. Schmitt, profesor y especialista en Marketing Experiencial, el ser humano recuerda el 1% de lo que toca, el 2% de los que oye o escucha, el 5% de lo que ven sus ojos, el 15% de los que saborea -recordar la magdalena de Proust- y el 35% de lo que percibe a través de su olfato. Así que ya podéis imaginar la importancia que tiene para nosotros los olores: los de la infancia, el olor de nuestro primer amor, los olores de la ciudad donde naciste, el olor de la persona a quién amas, el olor de de tus hijos... 

El olfato es nuestro sentido más antiguo y el único canal con el que el cerebro conecta directamente con el medio ambiente. Además, es un sentido que siempre está activo, nunca duerme, nunca descansa, porque para vivir necesitamos respirar y al respirar nuestro olfato está en pleno funcionamiento. 

El circuito neural del olfato está muy vinculado con el material neurológico de la memoria y de las emociones, y por eso experimentamos una gran intensidad emocional al recordar cualquier vivencia asociada al olfato -como cuando de repente respiras un olor que te transporta directamente a tu niñez y a las moras rojas y negras que crecían al lado de la vía del tren donde soliáis ir a jugar con las bicis-.

El olfato también resulta esencial a la hora de enamorarnos, aunque no seamos conscientes de ello, y posteriormente, una vez ya estás enamorado, cada vez que identificamos o percibimos el aroma de nuestra pareja, nuestra memoria olfativa reacciona trayendo a la mente al ser amado e incluso modifica el estado de ánimo que tengamos en ese momento.

dilluns, 22 de setembre del 2014

Enamoramiento, afecto, vínculo amoroso y desamor


Últimamente he vivido muy de cerca alguna rupturas de parejas cuya historia de amor había superado ya la década. Y observo que uno de las cosas que más me tocan la moral son los comentarios de algunos amigos de la ex-pareja: "hablé con ella y me dijo que le quiere pero claro, ya no está enamorada" o "él me dijo que la querrá siempre pero que ya no está enamorado".

Aggg. No lo soporto. Este tipo de afirmaciones me molestan. Chirrían en mis oídos. Porque intuyo lo que estas personas quieren decir, pero su modo de expresarse es incorrecto y confunde, porque que os quede claro, después de 10 años de convivencia, ninguna pareja está enamorada. Repito:  transcurridos unos años, las parejas se pueden querer o no, pero no están enamoradas.

Así que basta ya de hacer apología del enamoramiento. Estamos midiendo la vigencia de nuestra pareja a partir del nivel de enamoramiento cuando en realidad, el indicador correcto para hacer esta medición debería ser el amor. Basta ya de idealizar una etapa: el enamoramiento es sólo una etapa -la primera-, dentro de una historia de amor. Y si bien es cierto que es una etapa maravillosa y que, en mi opinión, la pareja que no comparte esta primera etapa será menos duradera porque no tendrá una base consistente, está demostrado que a partir de cierto momento, el enamoramiento siempre desaparece -básicamente porque nuestro organismo no podría vivir permanentemente bajo sus efectos-.