Si un día de estos, por el motivo que sea, no te encuentras bien -ya sea anímica o físicamente- y te cruzas con alguien que te pregunta ¿cómo te encuentras?, no creas, ni por un segundo, que tienes derecho a responder a esa pregunta con sinceridad, porque no es así. La mayoría de las veces, nadie espera que respondas y menos aún, que lo hagas con sinceridad.
Porque el ¿cómo te encuentras? es un mero formalismo, una forma de empezar una conversación que nada tiene que ver contigo ni con averiguar cómo te sientes. O peor aún, a menudo es una forma de no querer empezar ninguna conversación, simplemente es una manera cordial de saludarte para luego seguir cada uno a lo suyo.
Hasta aquí este post parece supernegativo, estoy de acuerdo, pero si te has fijado bien he dicho "la mayoría de veces". Y es ahí donde radica la diferencia. Porque resulta que hay unas pocas personas que sí esperan tu respuesta. Un grupo pequeñito de personas a las que sí les va a interesar tu contestación porque realmente quieren saber cómo te sientes. Porque de verdad les importas.
Así que es muy importante que sepas distinguir ese reducido grupo de personas que te aprecian y te quieren, del resto de los mortales. Esas personas son tu pequeño jardín, tu oasis, tu hogar. Es importante que sepas distinguirlas y sobretodo que sepas valorarlas tu también a ellas. Debes cuidarlas, dedicarles parte de tu tiempo, regarlas y abonarlas para que se sientan también queridas.
Porque a veces, con las prisas, la rutina y la falta de tiempo, no prestamos demasiada atención a ese grupo de seres queridos -pareja, familia, amigos-, pensando que no les debemos ninguna dedicación, que siempre estarán ahí, porque son un derecho adquirido. Y un día oscuro, de esos en que todo parece que va mal, te diriges, confiado, a tu jardín en busca de una bocanada de aire fresco que te renueve el alma y descubres un terreno de tierra quemada, yerma y sin vida. Resulta que ya no hay nadie. Resulta que te has quedado solo.
¿Qué puedes hacer para que eso nunca ocurra?. Pues desde ya empieza a compartir y dedicar tiempo a esas personas. Míralas a los ojos, escúchalas, ríe con ellas, viaja con ellas, baila, abrázalas, cuídalas, admíralas, comparte un buen vinito, demuestra que las quieres, distínguelas, sé su cómplice, conversa con ellas, toma el sol a su lado.
No olvides que el tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que hace que tu rosa sea importante. Y viceversa.
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