Ho he llegit avui a Internet i m´ha encantat.
Va dedicat a una nena petita, però a mi m´ha fet pensar en el Max. I en tu. I en mi. En les meves amigues i en els meus amics. En la meva família, en els nens de tot el món que un dia seran grans. En el temps que s´escapa. En les coses importants i en les que no ho han de ser mai. En el mar. En la vida.
Savis consells.
NO TE VENDAS
" Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y
enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no,
con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes
regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la
terraza del Fortuny, con un Bellini en la mano (yo me encargaré de
esto). Viajar es la única cura (bueno, y unos cuantos libros) que he conocido contra la estupidez.
No acumules trastos, no tengas dos armarios, no pierdas el tiempo
soñando con un vestidor. Sólo son cosas, no te definen. Y quizá esta sea
la lección más difícil de aprender (a mi me costó toda una vida). Las
cosas sólo son cosas: no tengas miedo a deshacerte de ellas, a lo único
que has de tener miedo es a no acumular calambres.
No te midas, no dejes cosas por decir, saca la mierda —ya— de la
alfombra. Aún no lo ves, pero la vida es jodidamente corta, un día
medirás tu vida por las cosas que no hiciste. Ojalá te salgan las
cuentas.
Paga tus deudas, aprende a decir no (es lo que
diferencia a un tarugo de un Rey) recuerda siempre que nadie te debe
nada. Sé fiel. A tu pareja, a tus valores, a tu gente y (también) a ti
misma. Esa fidelidad inquebrantable es la única vía que yo he conocido
para dormir bien por las noches. Y qué placer, qué importante es dormir
bien por las noches.
Lo de la sangre —por mucho que a tu padre le fascine El Padrino, es
una soberana gilipollez. Tu familia es tu gente, y tu gente son los que
se partirían la cara por ti, en cualquier situación. Nada vale tanto
como un buen amigo. Nada.
Bebe vino, aprende a comer, cocina para otros. Tienes que probar el
rodaballo de Elkano, la cocina de Ángel León y la elegancia de Quique
Dacosta; las locuras de David Muñoz y la esencialidad de Josean Alija.
Caerte en los baches de Cádiz y recorrer las tabernas de la Calle
Laurel, patear las calles de Lo Viejo en Donosti y fondear la ría de
Vigo. Michel Bras en Laguiole, De Kas en Amsterdam, las tabernas de
Shibuya y las barras en el Soho. Come, siempre que puedas, frente al mar. Todo es más fácil frente al mar.
Dedica tu vida a los animales. Cada minuto perdido con ellos valdrá
un millón de veces más que muchas de las personas que habitarán tus
días.
Es inevitable: la música será tu vida. Escucha lo que sea que
escuches —no hagas caso a los carcas, pero haz hueco para Chet Baker,
Coltrane, Morricone, Dylan, Miles Davis, Mozart y los Smiths. No hagas
puto caso a los infelices que te digan (lo harán, créeme) que no hay que
escuchar esto o lo otro. Si te emociona, me sirve.
El cine, el cine —ya lo sabes, fue el mejor diván que pudo tener tu
padre: una sala oscura, el silencio, unos títulos de crédito. Las
veremos juntos, pero aquí te dejo una letanía: Rojo, Amour, La última
noche, Cuentos de la luna pálida de agosto, Chihiro, El Gatopardo,
Fresas Salvajes, Nelly y el sr. Arnaud, Los Puentes de Madison,
Dublineses, Hannah y sus hermanas, Dersu Uzala, El Río, Tierras de
Penumbra, Big Fish, todo Wilder, todo Hitchcock, todo Pixar, todo
Buñuel, todo Erice, todo Kubrick. Y claro, aquella pequeña obsesión de tu viejo.
Escribe, escribe sin descanso. No esperes un tema, ni una excusa ni
un trabajo: sencillamente escribe. Créeme, todo es más fácil cuando lo
ves sobre el papel. Lee hasta que se te caigan los párpados, no lo dejes
cuando la vida te reclame horarios (lo hacen tantos…) que leer no sea
un recuerdo de tu juventud, que sea una necesidad, una sed: No hay otro camino, y nunca lo hubo.
No es lo que miras, es cómo lo miras. Aprende a mirar.
Y a mirar se aprende mirando: exposiciones, calles, vidas, cafés,
lienzos, amaneceres y portazos. Un pequeño truco: cuatro ojos ven más
que dos.
Aprende a sobrevivir pero que nunca sea suficiente: has de vivir.
Te van a hacer daño (es inevitable) pero te levantarás. Yo estaré
ahí, ayudándote un millón de veces. No pretendo que no caigas, tan sólo
que aprendas una lección —por pequeña que sea, tras cada caída. Esas
lecciones serán tu tesoro.
Date entera.
Y por lo que más quieras, nunca te vendas."
Jesús Terrés
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