A estas alturas todo el mundo sabe que amor al revés es Roma. Y casi seguro que todo el mundo ha visto la película de Davind Fincher "El curioso caso de Benjamin Button", basada en un relato del estadounidense F. Scott Fitzgerald y protagonizada por Brad Pitt. O bien ha leído "El regresivo", uno de los relatos de Manuel de Pedrolo en Trayecto Final -libro que me fascinó hace ya unos cuantos años-.
Y, ¿por qué os explico ahora todo esto?. Pues porque acabo de ver este vídeo y me doy cuenta que las narraciones contadas al revés siempre me han llamado la atención: la alteración del orden cronológico de las historias, el hecho de observarlas justamente al revés, me desconcierta y me inquieta a partes iguales.
Más aún
cuando parece que en realidad el orden no importa y que, empieces por
donde empieces, inicio y final vienen a significar lo mismo: en un principio o cuando nos llega el fin, siempre estamos solos.
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