dilluns, 22 de setembre del 2014

Enamoramiento, afecto, vínculo amoroso y desamor


Últimamente he vivido muy de cerca alguna rupturas de parejas cuya historia de amor había superado ya la década. Y observo que uno de las cosas que más me tocan la moral son los comentarios de algunos amigos de la ex-pareja: "hablé con ella y me dijo que le quiere pero claro, ya no está enamorada" o "él me dijo que la querrá siempre pero que ya no está enamorado".

Aggg. No lo soporto. Este tipo de afirmaciones me molestan. Chirrían en mis oídos. Porque intuyo lo que estas personas quieren decir, pero su modo de expresarse es incorrecto y confunde, porque que os quede claro, después de 10 años de convivencia, ninguna pareja está enamorada. Repito:  transcurridos unos años, las parejas se pueden querer o no, pero no están enamoradas.

Así que basta ya de hacer apología del enamoramiento. Estamos midiendo la vigencia de nuestra pareja a partir del nivel de enamoramiento cuando en realidad, el indicador correcto para hacer esta medición debería ser el amor. Basta ya de idealizar una etapa: el enamoramiento es sólo una etapa -la primera-, dentro de una historia de amor. Y si bien es cierto que es una etapa maravillosa y que, en mi opinión, la pareja que no comparte esta primera etapa será menos duradera porque no tendrá una base consistente, está demostrado que a partir de cierto momento, el enamoramiento siempre desaparece -básicamente porque nuestro organismo no podría vivir permanentemente bajo sus efectos-.


El enamoramiento es un proceso químico que empieza con nuestro cerebro segregando norepinefrina, dopamina, serotonina... Mezclándose después con la testosterona, el deseo y el bienestar. Nos volvemos adictos a una persona y nos sentimos genial, no tenemos hambre, y no atendemos a razones. Al empezar a enamorarnos dejamos de ser nosotros mismos. Nos volvemos vulnerables y más proclives a los cambios. Así que nos dejamos llevar, nos sentimos invencibles, nada nos desalienta, nos obsesionamos, queremos fundirnos con el otro, compartir cada minutos, estar cerca del otro. Y durante todo este proceso, sin darnos cuenta, nos vamos transformando, vamos abriendo la mente y vamos aprendiendo. Y una vez superada esta primera etapa, llega la segunda fase, el momento de establecer el vínculo amoroso.

El vínculo amoroso no es improvisado ni es fruto de un proceso químico espontáneo. Todo lo contrario. Establecer un buen vínculo amoroso requiere nuestra atención y nuestro esfuerzo. Nos lo vamos a tener que currar. Y en el momento en que, por desgana, por falta de tiempo o por lo que sea, descuidamos el vínculo amoroso, nuestro amor se convierte en simple afecto, y es entonces cuando nuestra historia se tambalea y puede llegar a romperse para siempre -cuando empiezas a advertir que tu pareja no te presta atención ni hace nada por complacerte-. Porque resulta que para resistir el paso del tiempo, una pareja necesita amor y el afecto no es suficiente. Y a esto se refieren equivocadamente los que dicen la quiero pero ya no estoy enamorado. Se refieren a que entre ellos sólo queda afecto y el amor ha desaparecido. 

¿Diferencias entre afecto y vínculo amoroso?. Hay dos características que marcan la diferencia entre el afecto que uno puede sentir por su mejor amigo y el vínculo amoroso que uno mantiene con su pareja: la conexión emocional y el contacto físico. Esto y  las novedades compartidas, aprender cosas juntos, descubrir nuevos lugares, nuevas personas y nuevas experiencias; los detalles hacía el otro, hacer que nuestra pareja se sienta especial, mirarse a los ojos, tocarse la piel, evolucionar juntos y al mismo tiempo, permitir e incentivar la evolución individual de cada uno. Todo esto contribuye a crear un vínculo amoroso duradero -siempre y cuando estemos hablando de personas sanas emocionalmente-. Pero, ¿qué ocurre si todo esto falla o desaparece poco a poco?. Entonces se produce la ruptura de la pareja y aparece el desamor.

El desamor no tiene nada que ver con estar enamorado o no estarlo. El desamor tiene que ver con la falta de amor, de contacto físico y de conexión emocional. El desamor es aprender a despedirse, dejar ir, aún cuando lo que tú desearías es que esa persona se quedara contigo para siempre. Es un estado anímico doloroso, triste y duro, en el que sufrimos como si nos estuviéramos desenganchando de una droga. Según los expertos, esta etapa puede durar entre 3 meses y 3 años, pero aunque és un proceso que duele, física y emocionalmente, al final, si sabes gestionarlo con paciencia y entereza, te hará más sabio, más fuerte y más independiente. 

2 comentaris :

  1. Muy acertado, Pat! pienso exactamente igual, estás acertadísima cuando dices que el enamoramiento es una etapa de una relación y así debe ser, luego deben venir otras, porque sinó.. Muy buen post, enhorabuena, saludos!

    ResponElimina
  2. Gracias por leerme Gemma! Moltes gràcies!

    ResponElimina